domingo, 13 de mayo de 2012

LA HISTORIA SECRETA DE LA ATLANTIDA

De: Akasio

Aspecto que tenía según los relatos de Platón la ciudad central de la Atlántida, todos los canales eran navegables.
















La búsqueda de la Atlántida ha constituido, y continúa siendo, un enorme desafío. Los supervivientes de este mítico continente han dejado huellas por todo el planeta. ¿Pero, qué sabemos con certeza sobre su historia y sociedad?. ¿Y sobre su arquitectura y ciencia?. ¿Es posible precisar dónde se encontraba, por qué desapareció y qué tipo de civilización poseía?





Cuando Platón describió la existencia de la Atlántida en                 sus diálogos Timeo y Critias, algunos autores clásicos, coetáneos de filósofo, comenzaron a interesarse por el mítico continente. Plutarco, Estrabón, Plinio el Viejo y Diodoro de Sicilia, entre otros, tratan este asunto en algunos de sus escritos.

Desde entonces, se han planteado infinidad de hipótesis para demostrar la existencia de un continente, que con el paso del tiempo, ha llegado a convertirse en arquetipo de una civilización ideal. La Atlántida siempre resuena en nuestros oídos como un viaje épico hacia el descubrimiento de nuestros orígenes. Su nombre continúa estimulando nuestra imaginación.
La Atlántida está a nuestro alrededor, como ha sugerido el escritor inglés John Michell. No se trata de un mero recurso retórico. La presencia de numerosos restos arqueológicos y megalíticos ciclópeos en muchas zonas de la Tierra, levantados con orientaciones astronómicas muy precisas, supuestamente anteriores a la Edad de Piedra, sugieren que una civilización de grandes astrónomos e ingenieros precedió a la prehistoria humana.

¿Fueron erigidos por quienes sobrevivieron a un gran cataclismo o por sus descendientes?

CIVILIZACION MARITIMA

A diferencia de otras civilizaciones extinguidas bien documentadas, como la Maya, la Micénica o la Babilónica, sobre las que se ha podido reconstruir un lenguaje común, precisar lugares geográficos y trazar contactos específicos con culturas contemporáneas, en el caso de la Atlántida esto no ha sido posible. Así y todo, hay innumerables hebras deshilachadas que parecen proceder de una misma madeja, por muy enmarañada que esté.

¿Qué pensar, por ejemplo, de los mitos universales que preservaron el remoto conocimiento de la precesión de los equinoccios, un fenómeno astronómico supuestamente descubierto por Hiparco en el 127 a.C.?.



La erupción volcánica de Santorín en 1470 a. JC. sepultó la colonia minoica allí establecida. Al derrumbarse el cono volcánico se formaron acantilados y una bahía salpicada de islas. Algunos atlantólogos han señalado que los tonos rojos y negros de esos acantilados se corresponden con los de los edificios descritos por Platón, pudiendo ser este el origen de dicha confusión.

El hecho de que este ciclo se complete cada 26.000 años sugiere que los humanos habrían estado observando el cielo sistemáticamente durante milenios, según expusieron con todo detalle Giorgio de Santillana y Hertha Von Dechend.
Los mapas preservados por marinos como Piri Reis (ver nuestra Sección "Los mapas de Piri Reis"), con la Antártica cartografiada sin hielo hace males de años, confirman también que un conocimiento semejante sólo podía haber sido acumulado por una civilización marítima anterior a los cambios de nivel sufridos por el mar a finales de la última edad glaciar, hace unos 11.500 años.



Nacimiento y Caída de la Atlántida

La leyenda de la Atlántida parte de Platón hacia el 350 a.C., el cual, en los diálogos Timeo y Critias, cuenta la historia de una civilización floreciente que vivía en una isla "más allá de las columnas de Hércules" (nombre antiguo del Estrecho de Gibraltar). Él aseguraba basarse en el sabio griego Solón, que 200 años antes decía haber oído en Egipto que una isla había sido destruida "al oeste" como consecuencia de un gran cataclismo que la sumergió en las aguas en tan solo unas horas. En más o menos 20 páginas describe esta floreciente cultura, sus ciudades y abundancias y como debido a una afrenta a los dioses (eran adoradores de Poseidón) fueron castigados y una serie de cataclismos les sumergieron en las aguas.

Hasta aquí podría parecer la típica historia moralista tan habitual en Mitología griega, pero numerosos estudiosos a lo largo de la historia han buscado su significado real pues en gran cantidad de culturas existen mitos similares a los de la Atlátida de Platón, según algunos de ellos existe una especie de memoria histórica o componente real en dicha historia y si bien la mayoría de las hipotesis fueron desestimadas por falta de pruebas o demostrada su invalidez, es cierto que de tratarse de un leyenda fue de gran difusión en una edad tan temprana del hombre que pervivió en diferentes y dispares culturas.

Ubicación de la Atlántida
La imagen romántica de una isla fabulosa tragada por el mar, ha significado que su ubicación haya sido buscada desde la época de Platón, aunque nadie está seguro si existió realmente muchos son los investigadores que la buscaron, una empresa no del todo descabellada, pues al fin y al cabo también la Troya de Homero se creía producto de la fantasía, hasta que el arqueólogo Heinrich Schliemann la descubrió en 1903. Las ubicaciones sugeridas para la Atlántida, incluyen lugares diversos a continuación enumeraré algunas de las ubicaciones más nombradas:



En el Mar Mediterráneo - Del relato de Platón se deduce que la civilización atlante debió florecer hace más de 12.000 años. Este dato no puede ser exacto en ningún caso, puesto que en aquellos remotos tiempos todavía no existía ninguna cultura evolucionada que trabajara los metales, estuviera gobernada por reyes y dominara los mares con sus barcos. En cuanto a la localización del misterioso continente, el texto del filósofo ateniense lo sitúa "más allá de las Columnas de Hércules", y esto significaba, según la concepción de la antigüedad, al otro lado del estrecho de Gibraltar, es decir, en el océano Atlántico. Pero atención, recordemos que la fábula procede de los antiguos egipcios y, para ellos, la isla perdida se llamaba Keftiu (el nombre que tenían para Creta). La fuente de información de Platón, el legislador y estadista Solón, pensaba naturalmente en griego, de modo que traduciría las indicaciones del sacerdote egipcio a su propia lengua, pudiendo producirse por esto algunos equívocos. Posiblemente los egipcios tenían en mente un lugar totalmente diferente al referido por Solón, ya que para esta civilización confinada en el valle del Nilo, el mundo conocido terminaba no ya en el Atlántico, sino en el mismo Mediterráneo.

La teoría que desde 1909 ha sumado más adeptos afirma que la Atlántida fue Creta u otra isla cercana, la de Santorini. Por consiguiente, la civilización atlante se identificaría con la minoica. Son muchos los datos que apoyan esta tesis. Para los antiguos egipcios, Creta constituía un lugar de interés a causa de su cercanía y su fuerza, aunque resultaba casi inaccesible debido a su ubicación en mitad del Mediterráneo. Por otro lado, la decadencia y caída de esta civilización encaja con el dramático final descrito por Platón: hacia el año 1500 a.C. una tremenda erupción volcánica en la isla de Thera (hoy llamada Santorini) originó terremotos, tsunamis y lluvias de cenizas que acabaron por dar el golpe de gracia a aquella cultura de la Edad del Bronce, que ya había sufrido anteriores seísmos.

La fecha es lo único que no concuerda, pues recordemos que, según Platón, la Atlántida debió florecer alrededor de 12.000 años atrás. Sin embargo, pudo ocurrir que el informador egipcio de Solón se hubiera basado para sus cálculos en uno de los calendarios lunares al uso en aquella época, confundiendo al griego, quien habría tomado los años lunares por solares. En tal caso, la fecha referida por el sacerdote sería el año 1200 a.C. aproximadamente, lo cual coincide, admitiendo un margen de tolerancia de dos o tres siglos, con la explosión de Thera.
En cualquier caso, por bien que suene esta hipótesis -desarrollada y defendida sobre todo por los investigadores griegos Angelos Galanopoulos y Spyridon Marinatos- también tiene sus puntos débiles. Así, la clasificación cronológica de los diferentes estilos cerámicos de la isla de Santorini demuestra que esta cultura sobrevivió al menos cincuenta años a la erupción del volcán. La Atlántida no se hundió, por tanto, en este lugar. Y menores son las posibilidades de que se tratara de la cercana isla de Creta; Cnosos, el centro de la cultura minoica, no se colapsó hasta algunos siglos después de la erupción del volcán y, como todos sabemos, la isla continúa en su sitio.
En el Océano Atlántico - El relato de Platón hablaba de una enorme isla "más allá de las columnas de Hércules" este dato hacia suponer que debía encontrarse en el Océano Atlántico y durante siglos investigadores del tema la situaron en dicho emplazamiento. Dicha teoría fue totalmente rechazada en 1.950 cuando se demostró la tectónica de placas y se comprobó que no existen ni existieron vestigios de ningún continente sumergido.



En el Océano Atlántico - El relato de Platón hablaba de una enorme isla "más allá de las columnas de Hércules" este dato hacia suponer que debía encontrarse en el Océano Atlántico y durante siglos investigadores del tema la situaron en dicho emplazamiento. Dicha teoría fue totalmente rechazada en 1.950 cuando se demostró la tectónica de placas y se comprobó que no existen ni existieron vestigios de ningún continente sumergido.

Hasta que dicho teórico emplazamiento se demostró que no era correcto, investigadores como Ignatius Donnelly, quien publicó su libro Atlantis: The Antidiluvian World en 1882, obra que conocería más de cincuenta ediciones y que sirvió de punto de partida para numerosas teorías posteriores. Donnelly estudió los enigmas de distintas culturas y elaboró a partir de tan misteriosos ingredientes una hipótesis irresistible: la Atlántida fue un continente entre Europa y América que se sumergió y que incluso llegó a constituir un puente terrestre entre ambos mundos.

Los principales datos que corroborarían su teoría son los siguientes: la lengua de los aztecas posee asombrosas semejanzas con la de los egipcios. (Esto no es exacto, dicen los escépticos; el parecido procede de una interpretación errónea de los signos de la escritura azteca). Los egipcios no fueron los únicos que construyeron pirámides; también los antiguos pueblos centroamericanos levantaron este tipo de estructuras, de modo que debió existir algún contacto entre ellos. (Tonterías, afirman los detractores de Donnelly; una forma geométrica tan elemental puede inspirar a cualquier arquitecto espontáneamente, sin que tenga que copiar de nadie).

Una de las ubicaciones de la Atlántida en el Océano Atlántico.
Donnelly no ofrecía nuevas pruebas de la existencia de la Atlántida, sino una síntesis tan brillante como persuasiva de las ya existentes, echando mano de informaciones procedentes de campos tan diversos como la arqueología, la oceanografía, la filología, la geología, la historia, la mitología, la etnología, la zoología y la botánica para argumentar la historia de Platón y con la intención de demostrar que sin un continente que hubiera servido de puente las coincidencias que proponía no hubiesen podido darse.

Bloques submarinos de piedra que parecen restos de calzadas y murallas ha inducido a suponer que la Atlátida se encuentra junto a las costas de Bimini una de las Islas Bahamas.

La Atlántida en América - Al ser descubierto el nuevo continente surgió como es lógico una nueva teoría, ¿Podría ser América el continente descrito por Platón?, ¿era posible que las tierras descubiertas por Cristobal Colon fueran parte de la isla soñada?



La respuesta parecía ser no pues parecía muy improbable con la tecnología de la época que relataba Platón pudiesen realizarse viajes en barco a tan larga distancia y más cuando se describían flotas de 1200 barcos que conquistaban allá por donde pasaban con sus tropas. Un dato cuando menos curioso sobre esta teoría es el siguiente:


En una sesión de trance realizada en 1933, el vidente norteamericano Edgar Cayce describió de una forma colorista y fantástica la vida en aquella antigua civilización, prediciendo, además, que una parte de ella sería encontrada en el año 1968. Y en efecto, un año más tarde de lo vaticinado se descubrieron en el fondo marino frente a las Bahamas ciertas estructuras aparentemente realizadas por la mano humana. La localización de la Atlántida en esta zona ya había sido propuesta por otros investigadores, que sin duda se remitían a los datos aportados por el geógrafo romano Marcelo, del primer siglo antes de nuestra era. Según él, el continente perdido habría estado integrado por siete islas pequeñas y tres grandes, la mayor de ellas de 1.000 estadios de diámetro, lo que equivale aproximadamente a 200 kilómetros.

¿Debemos, pues, buscar los restos de la Atlántida en el Caribe? La mayor de las islas antillanas, La Española, tiene un tamaño que coincide más o menos con el calculado por el sabio Marcelo. Sin embargo, estas especulaciones tienen muy poco que ver con la descripción de Platón. Las formaciones de piedra encontradas son según los expertos tan solo una formación rocosa insólita y no tienen nada que ver con la mano del hombre y aún en el caso de ser estructuras arquitectónicas creadas por el hombre parece muy poco probable que perteneciesen a la Atlántida que relataba Platón y con casi total seguridad serían parte de una cultura megalítica aun desconocida.
Conclusiones
La tectónica de placas no deja lugar a dudas, no hay lugar para la Atlántida, ningún continente o isla de dimensiones como las descritas pudo haberse sumergido o inundado sin dejar pruebas de ello. Por lo cual tenemos que pensar que de ser algo mas que un mito deberíamos buscar la Atlántida entre las tierras ya conocidas, probablemente una isla mediterranea, alguna región europea que fuera mal interpretada en los mapas o traducciones de textos antiguos, otras hipotesis barajan la posibilidad de que se tratara de las Azores e incluso en Suecia.

Aún así no deja de ser fascinante como durante siglos se ha buscado un continente idílico y existen tal cantidad de textos a lo largo de la historia aportando pruebas de su existencia.

MANUSCRITOS TIBETANOS

¿Cómo obtuvo Blavatsky esta información? Según ella, lo hacía accediendo a los registros Akásicos, mientras entraba en trance y consultaba antiguos manuscritos tibetanos, o bien recibía los dictados de sus guías espirituales, los Mahatmas. En su obra fundamental, "La Doctrina Secreta", recogía extractos de uno de esos manuscritos, Las Estancias de Dzyan (Ed. Sirio), que Blavatsky afirmaba haber visto en un monasterio de los Himalayas. Un discípulo suyo, W. Scott Elliot, también recopiló mucha información por esa vía.

En su libro, "Historia de la Atlántida" (1896), ofrecía fechas concretas de los diversos cataclismos que la destruyeron y aseguraba que había ocupado la mayor parte del actual océano Atlántico. Su cronología geológica resultaba ser absolutamente inviable, pero algunas de sus propuestas merecen consideración.

Según él, la Atlántida se extendía desde la actual Groenlandia hasta la mitad de la actual Sudamérica y durante su larga existencia estuvo habitada por Subrazas (Así llamadas para distinguirlas de las siete razas raíces, a su vez divididas en siete). Los Lemurianos habrían medido más de 3,5 metros de estatura y algunos de sus descendientes pervivirían en algunas zonas del planeta, como Africa y Australia.

Según esta fuente, los Atlantes evolucionaron a partir de los Lemurianos. Entre sus Subrazas se contaban los primeros Sernitas y mongoles, pero la principal Subraza regente de la Atlántida habría sido la Tolteca, que conquistó el continente. Antes de la destrucción final, un grupo de iniciados Toltecas emigró a América y Egipto.

John A. West demostró que la erosión sufrida por la 
Esfinge de Giza, no se debía al viento del desierto, sino a la acción de la lluvia. Tal hallazgo suponía datar la Esfinge en al menos 9.500 de antigüedad, en vez de 4.500 como se creía. Una obra de tal magnitud sólo pudo haberse construido con unos conocimientos arquitectónicos, astronómicos y matemáticos de una cultura muy anterior a la Egipcia. Algo semejante podría decirse de la arquitectura de Tiahuanaco, construida supuestamente por los toltecas que emigraron a América. Pero la cuestión de las razas Atlantes, propuestas por los Teósofos no termina aquí.

El ariosofista Jörg Lanz Von Liebenfels (1874-1954), uno de los que mayor influencia parece haber ejercido en la primitiva ideología del Nacional Socialismo Alemán, compartía las creencias de los Teósofos sobre Lemuria y laAtlántida, pero fue más allá que ellos en relación con las razas y Subrazas Atlantes.

Von Liebenfels comenzó comparando favorablemente la antropogénesis ocultista de Blavatsky, con los hallazgos de la paleontología contemporánea. No tardó en afirmar que había descubierto la fuente de todo el mal en el mundo y el significado auténtico de las Escrituras, incluidas las ocultistas, como Las Estancias de Dzyan. El resto vino por añadidura. Según él, la octava estancia se refería a cómo los primeros Lemurianos ANDRÓGINOS, se dividieron en dos sexos y atrajeron el castigo Divino al engendrar monstruos con otras especies, atractivas pero inferiores: Tomaron animales hembras muy bellos, pero descendientes de otros que no tenían ni alma ni inteligencia.

Engendraron monstruos, demonios malvados. Según Von Liebenfels, la cuarta raza raíz Atlante, se había dividido en diversas subespecies puras y bestiales, correspondiéndose éstas con los primeros antropoides y los monos antropomórficos: El error fatal de los descendientes de los antropoides (Hombres Dioses), la quinta raza raíz de los Arios Homosapiens, habría sido mezclarse repetidamente con los descendientes de los monos (Hombres Animales).

En relación con esto último, el investigador Nicholas Goodrick Clarke, señala en "Las raíces ocultas del Nazismo" que la consecuencia fue la creación de varias razas mixtas, que según el protonazi Liebenfels, amenazaban la autoridad sagrada de los Arios, en todo el mundo. Las raíces de la eugenesia Nazi, se encuentran aquí, e ideas similares han persistido entre aquellos visionarios de la Atlántida, que se han atrevido a hablar de sexo.

La canalizadora Ingrid Bennett, lo ha hecho. Gracias a la ayuda de sus guías y ayudantes espirituales, entre ellos Nube Blanca y Águila Blanca, esta Sanadora y Médium Holandesa, afincada en Nueva Zelanda, desde niña ha canalizado muchísima información sobre su pasada vida en la Atlántida como Guardiana del Cristal. En sus informes ofrece datos sobre la vida íntima de los Atlantes: Las relaciones sexuales eran muy activas y los mantenían sanos. El sexo era tan importante, como el comer y el dormir. Algunos tenían relaciones con animales o con seres mitad humanos mitad animales, como los centauros.

La perversión de las costumbres en la última etapa Atlante, no se limitó sólo a la práctica del bestialismo, sino también a la de la magia. Ésta terminó por minar su sociedad, según asegura, entre otros muchos, Daphine Vigers en "Atlantis Rising" (1952): hace unos 10.000 años, los egoístas dirigentes de la Atlántida perdieron interés en el progreso científico y su respeto por el antiguo conocimiento desapareció. A medida que éstos dedicaban sus energías a peligrosas prácticas ocultas, la magia negra reemplazó gradualmente a la Religión.

Diversos autores han afirmado que la causa del desastre final, se debió precisamente a la práctica de la magia, pero otros lo han atribuido a su avanzada tecnología, la cual les habría permitido manejar poderosas energías cosmotelúricas, que acabaron escapando a su control y provocaron un gran desequilibrio en la Naturaleza.

Según Scott Elliot, la tercera raza Atlante, los Toltecas, eran gigantes. Medían 2,5 metros y vivían en la fabulosa Ciudad de las Puertas Doradas, una gran urbe circular con canales, la misma que el sacerdote Egipcio Solón, describió a Platón. Era muy similar a la Khorsabad amurallada del Rey Sargón II, en Sumeria, que estaba enterrada bajo las arenas en tiempos del filósofo griego. También se parecía a la capital de los Aztecas en México y a la de los Incas en Perú, que Platón desconocía.

Era, según la descripción de este último, una ciudad circular con palacios, puertos y dársenas.




Los recintos de tierra estaban amurallados y recubiertos de metales: el primero de bronce a modo de barniz, el segundo de estaño y la acrópolis de Oricalco, un metal hoy desconocido que relumbraba como el fuego.Esta ciudad tenía también numerosos templos dedicados a diversas deidades, muchos jardines, piscinas al aire libre, gimnasios, cuarteles y un hipódromo gigantesco cuyo circuito, de un estadio de largo, discurría en círculos concéntricos. La parte de la Atlántida que daba al mar se describe como llena de acantilados, pero en la ciudad central había una campiña rodeada de montañas.
Este edificio ha sido descrito con bastante detalle por el visionario F. S. Oliver, en su obra "Caminante entre dos mundos" (1952): tenía forma piramidal y en su interior había grandes cristales colgando del techo que creaban un efecto de luz especial. Una plataforma elevada de granito rojo ocupaba el centro del templo y poseía un gran bloque de cuarzo cuyos destellos no dañaban la vista, pero producían un fuego útil para las cremaciones y sacrificios.

Excepto por la citada ciudad, los Atlantes no solían construir grandes urbes debido a su impacto medioambiental. Según expone Murry Hope en su obra "Practical Atlantean Magic" (1991), sus comunidades eran pequeñas y las casas construidas hace unos 12.000 años eran circulares. El psíquico Dale Walker, por su parte, indica que construyeron grandes torres como faros cerca del mar... Templos de gran belleza llenaban la Tierra. En ellos, la combinación de luz, color, sonido, magnetismo y energías de pensamiento se canalizaban mediante cristales para hacer maravillas en el campo de la Sanación. Este no es el único dato que aporta Walker sobre la forma en que los Atlantes ejercían la medicina.


Sus informes van mucho más allá: cuando era preciso, los sacerdotes Sanadores conectaban con las mentes de los pacientes para conseguir que las células del cuerpo se separaran, dejando al descubierto el órgano enfermo. Las células a su alrededor se soltaban y forzaban al órgano hacia la superficie del cuerpo, donde el Sanador lo tomaba y lo introducía en una cámara de rejuvenecimiento. Las células rejuvenecían solas... No había dolor ni sangre ni traumas. Esta información no es la única capaz de despertar escepticismo respecto a lo que nos cuentan sobre la civilización Atlante.

Sin embargo, existen otras aportaciones mucho más interesantes, como la de Cayce, el vidente que nos ha dejado el mayor legado psíquico sobre la Atlántida.


RAYOS SUPER COSMICOS




Edgar Cayce
 no sólo propuso una interesante cronología en relación con los cataclismos Atlantes, mucho más cercana a la posible realidad que la de Scott Elbot, sino que informó ampliamente sobre el avance técnico de nuestros ancestros. Nos habló, por ejemplo, del poder de los cristales y de rayos super cósmicos. ¿Tecnología avanzada como la nuestra?

Si las catástrofes geológicas a las que se refería Cayce, ya suponían un gran desafío para las nociones científicas de su época, mucho más lo era describir las fuentes energéticas que activaban los barcos, submarinos y aviones de la civilización Atlante. Sin embargo, no pareció equivocarse demasiado. Los hombres con características anatómicas modernas ya estaban dispersos por el planeta hace unos 50.000 años, fecha próxima a la que indicó Cayce para la primera destrucción de la Atlántida.




Las demás, en las que Cayce sitúa los cataclismos posteriores, concuerdan con las de los geólogos sobre las inversiones de los polos magnéticos, cambios climáticos, terremotos, períodos de actividad volcánica y extinciones, de forma que sus visiones que anticiparon muchos de éstos y de otros descubrimientos científicos, no parecen puramente imaginarias.Sus relatos sobre la utilización de alta tecnología, especialmente referida a cristales, resultaban hace tiempo más difíciles de aceptar, sobre todo cuando se refiere a ellos como acumuladores de información y energía para su uso posterior, pero hoy ya no resultan tan absurdos.
En la misma línea de Cayce, el psíquico Dale Walker, ha indicado que los cristales se utilizaban para convertir la energía solar en electricidad... Su increíble poder y esplendor fue posible gracias a la ciencia de los cristales. El descubrimiento del uso de los cristales para controlar la increíble reacción energética entre materia y antimateria, dio lugar a los vuelos espaciales.

Más detallado aún es el relato ofrecido por el psíquico Michael Gary Smith, según el cual éstos disponían de pantallas mágicas, en las que podían ver cuanto sucedía en cualquier punto de la Tierra. Asimismo poseían bolas de luz que se encendían y apagaban con un simple movimiento de la mano. Otro de los maravillosos inventos de esta civilización era un carro sin caballos que lanzaba un rayo de fuego, blanco por delante y rojo por detrás. Esta civilización creció hasta tal punto que disponían de barcos para llegar a casi cualquier punto de la tierra. Tampoco hay que olvidar los mágicos pájaros de plata donde la gente viajaba a través del cielo, a velocidades altísimas. Y más aún, existen indicios de que en la Atlántida había naves espaciales capaces de abandonar la atmósfera terrestre y llegar a la Luna y a otros planetas. Otro campo de la ciencia de la antigua Atlántida, era la posibilidad de crear seres humanos iguales a nosotros y el uso de máquinas mentales subatómicas.


Una tecnología tan puntera tenía que ir inevitablemente acompañada de una medicina muy avanzada. Según él, tenían un pequeño instrumento que cabía en la palma de la mano del paciente y consistía en un cristal con una capucha de cobre en cada extremo: El médico podía leer el color del aura o del campo biomagnético del paciente mediante este cristal y diagnosticar la dolencia, explica Smith

 



En este sentido, los informes de J. Z. Knight, convertida en canal del espíritu Atlante Ramtha, son muy elocuentes:
Los Atlantes sabían como transformar la luz en energía pura mediante láser. Incluso tenían naves espaciales que funcionaban con luz, una ciencia que obtuvieron gracias a la intercomunicación con entidades de otros sistemas estelares... En sus experimentos con la luz, perforaron la capa de nubes que entonces rodeaba a vuestro planeta, como la que hoy circunda a Venus. Al perforarla, se produjeron grandes diluvios, quedando Lemuria y el norte de la Atlántida bajo un gran océano de hielo.
Nuestros científicos trabajan hoy con energía nuclear, con partículas subatómicas y rayos láser. Hemos desarrollado máquinas a imagen de nuestro cerebro, desvelado los secretos de la genética y viajado a otros planetas... pero estamos destruyendo nuestro hábitat natural. Quizá la intención, inconsciente o no, de quienes nos hablan sobre la Atlántida y las causas que provocaron su destrucción, sea la de avisarnos del peligro de que a nuestra civilización le suceda lo mismo, por efecto del uso de la Ciencia sin el sentimiento del AMOR.









Lemuria












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